La sensación dorada

Te queríamos los árboles, los arbustos, los rosales,
también los bandoneones, los salones sin almanaques.

Baldeaste peces en Ashbury entretejiendo
un delirio a presagio inmóvil.
Baile beat y corazón errando ahí,
hasta que tus pupilas explotaron en el cortacuentos.

Perdiste tu espiritualismo cuando las líneas del bote.
Pensaste que detrás de tus ojos grandes dioses
quemaban tu mente entre la nuca y la muerte,
mala leche y corte envión celeste.

Te queríamos las luces, las hamacas, los paraguas,
también las líneas demenciales, las bocas de sal
y el más allá que acá.


Agus.

Nardo

Si es que el invierno quita de a velos los brotes de nardo,
que en mi arcón agrietado sean una siesta sus tallos,
sus finos troncos no duerman en solitario
y puestos a mi lado estén libando.
Que no sofoque de cansancio la pereza
en los sujetados bracillos de una verde hoja
y que fletando acrobacias en una rama amenazante no se venza.


Dave Sueños.