13.2.10




Sentándose como una primavera creciendo,
saliendo del abismal sonido tejido en el cuerpo,
en el vientre del silencio,
en el aire del tuerto,
en las manos del negro
salto al desvelo.

No toques con los ojos el centro,
no vayas a destapar el ombligo con falso encuentro.
Allá está la sed ondulada,
saturada,
bienaventurada
de raros espejismos lentos.